lunes, 8 de agosto de 2011

Pausa Indefinida

Hola de nuevo chicas! ¿Qué tal estáis?

Bueno, sé que hace nada que publiqué una entrada como esta, pero vuelve a ser necesario... Voy a hacer una pausa en el blog, una pausa tal vez definitiva. Primero, por la falta de comentarios... ¡Ni un sólo comentario! :/ Eso desanima un tanto... Y segundo, porque prefiero centrarme completamente en mi otra novela, Almas Gemelas, que al parecer está teniendo más éxito que esta. Parece que esa idea gusta más y es más original que esta (además, como ya comenté, no es del todo mía), así que me temo que durante un tiempo bastante largo este blog quedará en una pausa indeterminada.
Un saludo a todas, os quiero mucho y gracias por estar ahí!

Capitana Amanecer

jueves, 4 de agosto de 2011

Capítulo VIII: Confusión

¡Qué deprisa puede pasar el tiempo cuando se está a gusto! ¿Cuánto llevo en Los Ángeles? Seis meses, más o menos. ¡He conseguido sacar mi primer álbum en solitario! La verdad es que tenía un montón de canciones escritas, sólo me faltó retocarlas un poco y grabarlas. Mi disco se llama “Lothlorien”. Sí, como el del Señor de los Anillos. Siempre me fascinó esa parte de la película; adoro a los elfos, me parecen tan elegantes y puros… Y el paisaje de Lothlórien es precioso, realmente precioso. Así que he decidido titular así mi disco, incluyendo además algunas canciones de piano compuestas por Michael o por mí, e interpretadas por mí. Además, Quincy aseguró que este título causaría mucho impacto. Y así fue. Mi disco ha conseguido varios premios, algunos aun no se me han entregado, varios de sus singles han sido números uno y se ha vendido y escuchado un montón. Ya soy famosísima.
En fin, mi vida avanza a pasos agigantados. Michael y yo somos inseparables, amigos del alma. Vivo en su casa, y sigo llevándome perfectamente con toda su familia (excepto con LaToya y Joseph). Sigo perdidamente enamorada de Michael, pero él me confunde… A veces se diría que me ama, otras que no. Yo creo que incluso él mismo está confundido.
Mi carrera musical va a pedir de boca, y he vuelto otras dos veces a mi casa a ver a mis padres… Creo que ya se han hecho a la idea de que no voy a volver a España en mucho, mucho tiempo…
He hecho nuevos amigos, todos me los ha presentado Michael; Brooke Shields, Liz Taylor, Liza Minelli y Paul MacCartney, entre otros. Aunque debo admitir que con la primera no me llevo demasiado bien… Es decir, creo que la envidio. Brooke Shields está enamorada de Michael, no es muy difícil darse cuenta… Aún recuerdo aquella fiesta, hace algo menos de un mes. Me pierdo en mis recuerdos…

Michael y yo fuimos invitados a una fiesta lujosísima en la mansión de Quincy, en Los Ángeles. Aunque nos avisaron con mucha antelación, yo la esperé ansiosamente; iba a conocer a mucha gente, estaba nerviosísima. Janet, Rebbie y (sorprendentemente) La Toya me llevaron a la tienda más cara de Los Ángeles a buscar un vestido, y aún así fue bastante difícil encontrarlo. Al final, me decidí por un vestido blanco al estilo romano, con un hombro descubierto y un tirante en el otro, largo y ajustado, aunque vaporoso al final. Calcé unas sandalias marrones, a juego con el cinturón del vestido, con un poco de tacón. Rebbie se encargó de mi peinado (un recogido elegante y precioso, que dejaba algunos de mis mechones libres y el resto trenzados) y de mi ligero maquillaje.
En fin, puede decirse que estaba preciosa. Michael también estaba delicioso, vestido con un elegante smóking negro, unos mocasines y sus ricitos bien peinados.
Fuimos en limusina a la fiesta, y una vez allí yo me quedé, de nuevo, impresionada por todo el lujo de todo aquello.
Me voy a ahorrar los detalles, pero conocí a un montón de amigos de Michael, gente famosa. Quincy se alegró de vernos allí y nos recibió con cariño. Y, a lo que voy: el momento en que la vimos.

Michael y yo estábamos charlando, cuando de repente a él le taparon los ojos con las manos. Eran unas manos blancas y elegantes, finas, con manicura francesa en las uñas y un anillo de oro.
-         ¿Quién es?- preguntó Michael. Yo miraba la escena, extrañada y algo molesta.
-         ¿Quién puede ser?- murmuró una voz femenina, sensual y dulce en su oído.
-         Brooke.- adivinó Michael con una sonrisa adorable. Entonces ella soltó una risita cristalina y dejó libre a Michael, para ir a colocarse a su lado. Entonces pude verla bien:

Era preciosa. Tenía los cabellos color ocre, rizados y sueltos, trotando por su espalda descubierta. Era esbelta y delgada, mucho más alta que yo, con la piel de porcelana y los labios rojos y carnosos. Y sus ojos eran preciosos, acristalados, con pestañas muy largas y de un azul intenso.
-         ¡Oh, Michael! Me alegro tanto de verte…- dijo ella, echándose a los brazos de Michael. ¿Quién demonios sería? Porque podría dejarse de tonterías…
-         ¡Brooke! Yo también me alegro de verte, ha pasado mucho tiempo… No sabía que vendrías.- dijo Michael, visiblemente alegre. Ella se encogió de hombros.
-         Bueno, decidí acercarme para ver de nuevo a mis amigos…
-         Eso es fantástico.
-         Sí. Pero, ¡déjame mirarte! ¡Qué guapo estás!- y entonces la situación empezó a molestarme demasiado. ¿Quién era aquella muñeca tonta que no paraba de tontear con Michael? ¿Cómo la había llamado? ¿Brooke? Sí, eso me pareció… Se me ocurrió entonces quién podía ser: Brooke Shields, la actriz del Lago Azul, esa chica guapísima y deseadísima que, según contaban los medios, había tenido una vez un romance con Michael… Bien, la cosa se puso mejor. Entonces, Michael pareció volver al mundo terrenal y acordarse de mí.
-         Oh, Brooke, te presento a Blanca, seguro que has oído hablar de ella… Blanca, ella es Brooke, Brooke Shields.- sonreí con la mejor de mis falsas sonrisas, mientras le daba dos besos, convencida de que ella estaba haciendo lo mismo.
-         Encantada, querida.- dijo, más bien mintió.
-         Lo mismo.- mentí. Michael notó mi tensión y me dirigió una mirada interrogante, pero yo, demasiado molesta, tan sólo me alejé a hablar con otra gente.
-         ¿Qué le pasa?- murmuró Michael, preocupado ante mi actitud. Brooke se encogió de hombros y besó a Michael en la mejilla.
-          Bueno, tal vez esté aburrida o haya visto a alguien conocido...Venga Michael, baila conmigo, hace demasiado que no nos vemos…
-         Espera, necesito saber…- él intentó avanzar hacia mí, pero ella lo retuvo, cogiéndolo por la muñeca.
-         ¡Michael! ¿Qué demonios te pasa? ¿Por qué es tan importante esa niña…?- se interrumpió al ver la mirada incómoda de Michael.- ¿No será que te gusta?
-         Creo que sí.- admitió él. Brooke puso los ojos en blanco.
-         No me lo puedo creer. Michael, ¡Ella es… No es nada! Hace tan solo unos pocos meses que la conoces...
-         Es mucho más que nadie que haya conocido antes, Brooke.- dijo Michael con sinceridad. Entonces, ella se acercó más a él, y con ojitos melosos y acariciándole los ricitos, preguntó, con voz dulce:
-         ¿Es que yo ya no te gusto?- y esta vez Michael volvió a bajar la mirada.
-         El pasado es el pasado, Brooke…
-         ¿Qué…? ¿Cómo que…? Michael, ¡Lo nuestro iba a ser perfecto!
-         ¡No es verdad! Tú me rechazaste dos veces, me rompiste el corazón, y ahora ya he decidido olvidarme de aquello, Brooke. No te guardo rencor, pero deja que continúe con mi vida, no pretendas tenerme siempre detrás de ti…
-         Pero Michael… Tú me gustas…- dijo Brooke suave y tímidamente. Michael sacudió la cabeza.
-         Ahora es demasiado tarde, Brooke. Lo siento.


Claro, que yo no estaba presente en todo esto. Mientras tanto, yo estaba bailando con Paul McCartney, y Michael me contaría esta conversación mucho, mucho después…

     -    ¡Michael! ¡He dicho que vengas aquí!- volviendo a la realidad, bajo las escaleras corriendo, a punto de resbalar y caerme, en pos de Michael. Él, riendo como un niño pequeño, trata de escapar y de despistarme entre pasillos y salas, pero yo he tenido tiempo en estos meses de aprenderme toda su casa. Michael aprieta el paso y yo también.
-         ¡Basta! ¡Me… estás… agotando!- jadea, pero yo no tengo piedad. He practicado atletismo durante 4 años, y soy bastante buena corriendo.
-         ¡Entonces, párate!- le sugiero.
-         ¡De eso… ni… hablar!-resopla. Llevamos un buen rato corriendo por toda la casa, y Michael empieza a cansarse realmente. Decido que es mi momento, y cuando llegamos a un saloncito donde no hay nadie, doy un salto y me abalanzo sobre Michael. Le consigo agarrar de la cintura, y ambos caemos al suelo. Él grita sorprendido, pero nos reímos a más no poder.
-         ¡QUIERO SILENCIO EN ESTA CASA!-se oye bramar a Joseph en alguna habitación lejana. Michael y yo nos ponemos serios de pronto, algo asustados por la actitud del padre de Michael, pero en seguida volvemos a reír, esta vez en un tono bajo.
-         Silencio ahora. Estás perdido; te cogí.- susurro, sentada encima de él, inmovilizándole. Él se debate casi sin fuerza, jadeando.
-         Es porque te he dejado.- asegura, con una sonrisa angelical.
-         Sí, sí, seguro… Di lo que quieras, pero que sepas que ahora no vas a poder levantarte de aquí.- murmuro.
-         ¿Qué no?- enarca una ceja, mientras yo aprieto sus muñecas con más fuerza, y ciño mis piernas a su cintura. Es una postura un tanto comprometida, pero no parece importarnos. Sin embargo, adivino que estoy sonrojada, y advierto que él también, pero supongo que debe ser debido a la carrera.
-         Suéltame.- me ordena, enarcando una ceja. Niego con la cabeza, altivamente. Michael cambia de estrategia, y pone ojitos de cachorrito y carita de niño huérfano.-  Por favor, mi princesita. Déjame ir…- y se muerde el labio inferior. Oh, vaya, ¡eso no es jugar limpio! Sabe que no puedo resistirme a esa mirada… Pero no pienso rendirme, no voy a soltarle. Cierro los ojos y niego con la cabeza.
-         No voy a dejarte marchar. Eres un tramposo, ¡me robas todos mis peluches y te comes mis galletas! Y, además de que he hecho el esfuerzo de perseguirte por toda la casa… ¿Crees que voy a dejarte marchar?- le insinúo, altiva. Él vuelve a subir una ceja.
-         Oh, podría soltarme de ti y levantarme sin problema.- afirma tranquilamente.
-         Adelante, entonces.- le reto. Hace ademán de intentarlo, pero yo le aprieto contra el suelo con más fuerza. Entonces, él hace un esfuerzo y se desasía de mi prisión, quitándome de encima de él y aprisionándome contra la pared.
-         ¿Qué vas a hacer ahora?- susurra, sugerentemente.
-         No sé… Ya me las apañaré.- subo una ceja con arrogancia e intento soltar mis muñecas de su lazo, pero me aprieta demasiado fuerte.
-         Ah… Me muero por verlo.- cada vez me aprisiona más contra la pared, pero acortando la distancia entre nosotros. Sus labios sólo están a unos escasos centímetros de los míos…

Pero de pronto, la magia se rompe. Joseph entra en la salita en la que estamos; ceñudo, con pinta de estar muy enfadado.
-         ¿Qué os pasa a vosotros dos?- nos grita. Michael da un salto con increíble rapidez y se separa de mí.
-         Perdona Joseph.- murmura, pero su padre le mira con los ojos convertidos en finas rendijas.
-         ¿Qué hacíais, además de mucho ruido?- inquiere.
-         Hablar… Jugábamos a una cosa.- responde, vagamente. Con rapidez, su padre se agacha y le abofetea dos veces. No es la primera vez que le pega delante de mí, pero aún así me resulta terrible. Michael gime, más sorprendido que dolido, y yo grito brevemente.
-         Era sólo por si se os ocurría jugar a cosas malas.- masculle.- Y haced el favor de callaros de una vez.- y, dicho esto, se marcha tan rápido como ha venido. Michael y yo nos quedamos en el suelo, asimilando la situación. Él se frota la mejilla, dolorido.
-         Vaya genio.- murmuro, y Michael asiente. Luego sonríe, se levanta a la velocidad de un rayo y, en silencio, echa a correr escaleras arriba. Maldita sea, ha vuelto a escaparse. Me incorporo lo más rápido que puedo y vuelvo a correr detrás de él.
Le veo dirigirse hacia su dormitorio; sé que tengo que alcanzarle antes de que llegue; de lo contrario, cerrará la puerta con cerrojo y jamás podré cogerle. Durante mi carrera, pienso en Michael; la verdad es que cada vez me tiene más confundida. ¿Qué habría pasado si Joseph no nos hubiera interrumpido? ¿Me habría besado Michael? ¿O estaba sólo jugando conmigo? ¿Tal vez es demasiado inocente para sospechar que su actitud es a veces algo provocadora? No lo sé, sinceramente. Michael es una caja de sorpresas y secretos, pero yo empiezo a agobiarme. Deseo que me ame, lo deseo, lo necesito… Pero, ¿será posible?

Me obligo a salir de mis tertulias mentales al darme cuenta de que tengo a un jadeante Michael a tan sólo unos centímetros de mí, y a muy poca distancia de su habitación.
-         No vas a atraparme.- me asegura, jadeando. Yo le saco la lengua.
-         Eso ya lo veremos.- le reto. Estoy menos cansada que él, por lo que parece.

Michael corre dentro de su cuarto y cierra la puerta con cerrojo… Con tan mala suerte para él de que yo ya estoy dentro. He conseguido pasar al mismo tiempo que él, como una flecha, y no se ha dado cuenta.
-         ¡Eh!- protesta, sorprendido.- ¿Sabes atravesar paredes?
-         Por supuesto. Suelo hacerlo todos los días.- Michael sonríe y retrocede, hacia su cama.
-         Creo que podemos resolver este conflicto pacíficamente.- concluye, con una sonrisa angelical.
-         ¿Ah, sí? Pues yo creo que no. Has manchado de pastel mi vestido, me has robado mis peluches, te has comido mis galletas y esta mañana has estado 5 minutos haciéndome cosquillas. He decidido que eso se merece un castigo.
-         Vamos, me portaré bien…- me promete, pero yo niego con la cabeza.
-         Eso siempre lo dices. Hazte a la idea de que vas a morir.- le sugiero.
-         Nooo…- ruega con voz lastimera. Se echa sobre la cama y pone ojos de cachorrito, encogiéndose sobre sí mismo. ¡Eso no vale! Sabe que la que me muero soy yo al ver semejante imagen tierna y dulce.
-         Chanta…jista.- logro articular mientras, como presa de un hechizo, me veo “obligada” a tumbarme junto a él. Es demasiado tentador como para no hacerlo. Olvidadas ya mis ganas de hacerle cosquillas a más no poder o de hacer cualquier cosa que le moleste, apoyo mi cabeza en su pecho mientras noto, con los ojos cerrados, como me rodea dulcemente con los brazos. Siento su jadeante respiración, que, debido a los nervios (debe ser) no se calma. Qué situación más placentera, pienso. Lo que daría en este instante por besarle… Pero me obligo a contenerme. Podría estropearlo todo… Es mejor esperar, me digo, intentando convencerme.
-         Michael...- murmuro, con los ojos cerrados.
-         ¿Si?
-         ¿Puedo hacerte una pregunta?
-         Claro.
-         ¿Estás enamorado?

El silencio se hace en la sala durante unos instantes. Michael se mueve un poquito debajo mío, incómodo. Ambos parecemos haber olvidado completamente nuestra lucha.
-         ¿Por qué lo preguntas…?- dice vagamente. Imagino que está sonrojado.
-         Curiosidad…- justifico. Él sacude la cabeza.
-         Es difícil de explicar… En realidad no lo sé.
-         Si me lo cuentas, tal vez pueda ayudarte…- y vuelve a hacerse el silencio. Y justo cuando voy a decirle a Michael que no es necesario que me lo cuente, murmura:
-         Yo la amo desde el primer momento en el que la vi… Pero no sé si ella siente lo mismo. A veces me parece que sí, otras estoy seguro de que no… Y sabes, tengo tanto miedo de dar el primer paso, sé que todo pende de un hilo y puede estropearse para siempre… No quiero que eso pase, por nada del mundo.- explica Michael.- Entonces, a veces la amo con locura, pero otras veces mi lado racional me aconseja que me olvide de ella… No sé qué hacer.
-         Lo comprendo. Me ha pasado alguna vez… Bueno, la verdad es que pienso que deberías hablar con ella, intentar averiguar si ella te ama, y si lo hace, ¡no perder la oportunidad! No puedes quedarte de brazos cruzados esperando a que la vida te lo dé todo, ¿no crees?
-         Tienes razón… Pero, ¿cómo puedo saber si ella me ama?- me pregunta, inseguro.
-         Pregúntaselo con indirectas, o a alguna amiga suya.- Michael sonríe.
-         No conozco a ninguna amiga suya.- contrapone. Sonrío… eso me suena familiar. ¿Conoce Michael a alguna de mis amigas? No. Empiezo a hacerme ilusiones. Me encojo de hombros.
-         Entonces, dile algo tipo “¿Tienes novio, quién te gusta?” o algo así… No sé, Michael, eso es algo muy personal, eres tú quien tiene que decidir como actuar…
-         Vale. Gracias de todas formas…- noto, con mi cabeza apoyada en su pecho, como exhala un amplio suspiro. Me muerdo el labio inferior y, haciendo acoplo de todas mis fuerzas, murmuro:
-         Michael… ¿puedo… puedo saber quién es ella?
-         Claro.- responde mientras acaricia mi mejilla.- Sé que no lo dirás a nadie…
-         Por supuesto que no. ¿Quién es?
-         Brooke Shields.