sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo VII: Inocencia

Aunque solo ha pasado algo más de un mes desde que llegué a Los Ángeles, parece que conociese a Michael desde hace mucho más. Nos hemos convertido en amigos íntimos, estamos siempre juntos y nos lo contamos todo. Dirigidos por Quincy, hemos empezado a trabajar en un dueto, “Will You Be There”, y mi sencillo “Love Story”, una preciosa y romántica canción de amor, está casi terminado. Qué puedo decir, ¡todo va sobre ruedas! Hace poco volví a España durante tres días para ver a mi familia y a mis amigas, y todos quedaron encantados con cómo van las cosas…
He podido conocer bastante a fondo a la familia de Michael; él, por supuesto, es el más encantador, pero Katherine es una madre muy atenta y dulce. Los hermanos de Michael son todos bastante parecidos, muy bromistas y, desde mi punto de vista, poco maduros, pero si alguna vez necesito echar unas risas los tengo a ellos. Randy no es como ellos, para empezar porque es demasiado pequeño, pero es un cielo, estoy segura de que será casi tan encantador como Michael. Janet se ha convertido en mi mejor amiga, y siempre que no estoy con Michael, estoy con ella… Rebbie es muy parecida a Katherine, aunque pasa la mayoría de su tiempo con su esposo. La Toya… bueno, a mí no me desagrada me parece muy guapa y es simpática con todos… menos conmigo. A veces, noto que se esfuerza bastante por intentar llevarse bien conmigo, pero no lo consigue. No tengo ni idea de porqué le caigo tan mal, pero Michael me asegura que algún día seremos amigas.
Y Joseph… Simplemente, no entiendo de donde sale tanto odio y tanto desprecio, tanta rabia si todo lo que recibe es amor… Ni yo ni nadie en la familia le entiende.

Llegamos a casa de Michael casi siempre a la hora de cenar, porque pasamos toda la tarde en el estudio o por ahí fuera, los dos juntos. Katherine prepara siempre unas comidas deliciosas, y como ambos venimos con apetito, se nos hace la boca agua.

-         ¡Hola!- exclama Randy ilusionado; como siempre que llegamos, es el primero que viene a recibirnos. Se lanza a los brazos de Michael, quien lo coge al vuelo con cariño. -¿Qué tal todo?- nos pregunta. Michael y yo asentimos afirmativamente, y entonces el pequeño se inclina sobre su hermano y le susurra a oído algo que, desgraciadamente para Michael, yo escucho muy bien:
-         ¿La has besado hoy, Michael?- él se sonroja mucho, y me mira alarmado, dándose cuenta de que le he oído
-         ¿Qué… qué dices, Randy?- él, al percatarse también de que le he oído, sigue hablando en alto.
-         Sí, que si hoy la has besado, por fin.
-         ¿A… a Blanca?
-         ¿A quién si no, Michael?- pregunta su hermanito, divertido. Se vuelve hacia mí, sonriendo con emoción.- Nunca había visto a Michael así.- me comenta.- Está un poco en la luna, pero se le ve feliz y no deja de hablar de ti, Blanca, ¡hasta cuando duerme!
-         Ya-ya basta, Randy…
-         Pero si es verdad, Michael…
-         ¡Cállate, Randy, por favor!- exclama él entonces, depositando a su hermanito en el suelo. Nunca lo he visto tan disgustado o molesto. Randy se asusta, y la sonrisa se borra completamente de su rostro, dejando paso a la desilusión. Al darse cuenta de esto, Michael suspira abatido, y le acaricia con cariño los ricitos.
-         Perdona, Randy, no quería gritarte, pero deja de hacerme esto.- murmura, en tono suplicante. Randy sonríe, asiente con la cabeza y, ya contento de nuevo, se marcha corriendo.

Michael se queda clavado en el sitio, muy avergonzado. Se da la vuelta y finge estar buscando algo en su bolsillo, pero en realidad lo único que quiere en este momento es que la tierra se lo trague; o, por lo menos, dejar de mirarme a los ojos.
Yo también me he sonrojado un poco, pero en el fondo me siento halagada. La idea de gustarle a Michael suena genial, es mi sueño cumplido. Supongo que es muy fácil enamorarse de Michael, muchas chicas lo están; pero, según he oído en los medios, Michael es muy exigente respecto al amor. Pero, ¿cuánta razón tendrá Randy? ¿Qué puede saber él, que es tan pequeño? Seguramente, esté bastante equivocado.


Durante la cena, Michael apenas me dirige la palabra, pero sin ser descortés. Supongo que está demasiado avergonzado. Creo que piensa que se ha estropeado algo entre nosotros, porque opina que nunca querría ser su novia. Es demasiado humilde y tiene la autoestima demasiado baja como para creerse lo suficientemente bueno como para gustarme. Es impresionante.
-         ¿Qué te ocurre, amor mío?- le pregunta Kate con dulzura a su hijo, tomándole el rostro con delicadeza. Estamos cenando todos en familia, y se hace un silencio anhelante, que espera la respuesta de Michael.
-         Nada, mamá. Estoy muy cansado, eso es todo.- responde él esbozando a la fuerza una  algo sonrisa algo triste. Desmenuza su trozo de tarta de manzana distraídamente, mirando al infinito. Katherine le mira, preocupada.
-         Michael, no comes apenas. Trabajas demasiado duro, ¡sólo tienes 20 años, cariño! Y estos últimos días te encuentro tan extraño, pareces estar metido en tu mundo de dudas y preocupaciones por completo…
-         Es que Michael está enamorado, mamá.- interviene Marlon, con una sonrisa pícara. Michael le fulmina con la mirada. Joseph le mira con suspicacia y reproche, alzando una ceja.
-         ¿Es eso verdad, Michael?- pregunta, fríamente. Él tarda un rato en contestar, para murmurar luego:
-         No.
-         Ya sabes que no permitiré que tengas novia, y menos mientras estés bajo mi techo. Y, aún menos, una que se irá con sus papás a su estúpido país, ya famosa sólo por salir contigo y no por su trabajo, y que te dejará tirado.- y clava los ojos en mí, que escucho en silencio. Finjo no darme cuenta, pero me he dado por aludida, y todos lo han notado. Me muerdo la lengua y me sonrojo, pero, por una vez, Michael no parece estar pendiente de mi actitud. Se ve enojado.
-         Sé lo que todos estáis pensando.- murmura entre dientes, enfadado.- Pero que sepáis que no es así.- y dicho esto se levanta y se va, malhumorado. Katherine hace un ademán de detenerle, en vano, y luego mira con reproche a su marido. Le observo subir las escaleras y suspiro, decepcionada. Que ingenua fui al creer que Michael podía estar enamorado de mí. No es así, y no lo será.
-         Michael está muy raro hoy…- comenta Rebbie distraídamente, doblando con elegancia su servilleta.
-         Bah, será la lluvia de esta mañana.- responde Jackie, pero todos sabemos que va en broma.
-         Yo os digo que Michael está enamorado.- asegura Jermaine.- Lo conozco como a la palma de mi mano.
-         Será eso…- asiente Janet.-… y no es muy difícil adivinar de quien.- sonríe. Yo bajo la cabeza y me apresuro a beber agua, pero siento las miradas de todos fijas en mí, divertidas. Menos la de Joseph, que se levanta con enfado y se marcha de la habitación, dejando caer la silla con un estruendo.


Termino de cenar corriendo, angustiada y nerviosa por la reacción de Michael, deseando poder hablar con él. En cuanto regojo mi plato, me apresuro escaleras arriba, hasta la habitación de Michael. Llamo con cautela a la puerta, con el corazón latiéndome muy deprisa.
-         Adelante.- dice Michael desde dentro. Abro la puerta lentamente y entro. Michael está tumbado en la cama, ya con el pijama puesto. Siento su profunda mirada posarse en mi, y parece alegrarse de que sea yo.
-         Hola.- le digo.
-         Hola.- y sonríe tímidamente, incorporándose casi con brusquedad.- Ponte cómoda.- y se sienta con las piernas cruzadas.
-         Gracias.- me siento en su cama, a su lado.- ¿Puedo?- y él asiente. Mira al suelo, y entonces advierto los surcos húmedos que marcan sus mejillas color chocolate. Adivino que ha estado llorando.
-         Michael, ¿estás bien?- le pregunto, y él asiente. Coloco una mano encima de la suya, apoyada en la colcha. Parece sorprenderle el gesto, y me doy cuenta de que se siente algo incómodo.
-         Oh, lo siento.- murmuro, sintiéndome estúpida, y retiro la mano. Michael no responde y se muerde el labio inferior. Se hace un silencio incómodo, que al final el rompe.
-         Mis hermanos… bueno, discúlpalos…- yo sonrío.
-         Oh, no, ¡si son muy graciosos! Janet es muy agradable, y La Toya es guapísima… Aunque creo que no le caigo demasiado bien…- ahora es Michael quien sonríe.
-         Lo que le pasa a La Toya es que te envidia.- me dice. A decir verdad, su hermana no me ha dicho más que “hola’’, y me ignora todo el rato. Nunca participa en nada si estoy yo, pero no creo que me envidie…
-         Oh, no creo… No tiene motivos para envidiarme…
-         Sí los tiene… Tú… Bueno, sí los tiene, quiero decir…- se muerde el labio inferior, y yo sonrío, divertida. Me hago la inocente.
-         ¿Por qué dices eso, Michael Jackson?- pregunto, sugerentemente. Me complace ver las mejillas de Michael teñidas de un adorable color carmín.
-         Porque bueno…- se muerde el labio inferior, buscando las palabras adecuadas, y al final dice:- Es que ella está acostumbrada ser siempre la única mujer de mi vida, pero ahora que estás tú… Bueno, eso, es muy posesiva…
-         Entiendo.- sonrío. Luego, después de pensar dos veces lo que voy a decir y de bajar la mirada, murmuro:
-         Michael…
-         ¿Sí?
-         Yo… quiero que sepas… Que bueno, me gustaría que siguiésemos con la misma relación que antes.
-         ¿A qué te refieres? Blanca, a pesar de lo que ha dicho mi hermano, ¡yo no pretendo nada! Oh, maldita sea, ¿por qué todos pensáis eso?- está claro que Michael ha malinterpretado mis palabras. Intento sacarle de su error, pero él sigue hablando.
-         Todo iba bien, ¡que iluso fui al creer que todo podía a ser perfecto! Siempre tiene que estropearse, ¡siempre! De verdad, Blanca, ojala y que todo siga como antes, te juro que yo…- le tomo una mano y le obligo a mirarme. Michael calla entonces, y yo le sonrío dulcemente.
-         Michael, ¿Qué te ocurre? ¡Tranquilízate, vamos! No me refería a eso.- y entonces él se sonroja intensamente, me mira atónito y después baja la mirada.
-         Oh… Vaya.
-         No te preocupes. Pero no me refería a eso.-finjo estar contenta, aunque la verdad es que me siento fatal; Michael NUNCA podrá verme como más que una amiga, y eso, aunque no lo quiera, me duele.
-         Perdóname.- murmura.- No sé qué me ha pasado… Hoy no tengo un buen día, supongo… Estoy bastante cansado.
-         No importa, Michael.
-         Me he comportado como un estúpido, supongo…
-         Oh, vamos, ¿qué más da? Yo me estaba refiriendo a que me pareció que estabas enfadado conmigo esta noche… Tal vez dije o hice algo que te molestó.
-         No, ¡por supuesto que no! Estoy bastante cansado y, si me perdonas, de mal humor…
-         ¿Por qué? ¿Va todo bien?
-         Sí, sí, es solo un mal día.- me contesta Michael, pero no sé si me está diciendo la verdad.
-         En ese caso, creo que debo dejarte descansar. Seguro que mañana todo estará mejor.
-         Seguro que sí.- Michael sonríe. Me levanto para marcharme, pero él me toma de la mano y me retiene.
-         Princesa.- susurra. A veces me llama así, y consigue que me sonroje. Me vuelvo hacia él, interrogante.- Quédate conmigo un ratito, sólo un pequeño ratito. Me hará sentir mejor.- me suplica, con ojitos de cachorrito. No puedo resistirme. Me siento de nuevo junto a él y le beso en la mejilla.
-         Vamos, Michael Jackson. Acuéstate ya, que me temo que mañana tendremos que trabajar.- le obligo a tumbarse en la cama, que abro con cuidado, y le ayudo a meterse entre las sábanas, como si fuese Kate. Él sonríe  y se recuesta.
-         Sí, mamá…- y le saco la lengua.
-         Más respeto, señorcito. Sin mí, te pasarías todo el día en el estudio, toda la noche viendo películas o leyendo y te alimentarías de guarrerías.
-         ¿Cómo te atreves…? Mañana debería despertarte con un cubo de agua.-amenaza. Yo río y enarco una ceja.
-         Atrévete y morirás. Y ya basta de charla, debes descansar…
-         De acuerdo… Hasta mañana entonces.- murmura, con una voz angelical que adoro. Le sonrío y le beso la frente.
-         Dulces sueños, Michael.
-         Dulces sueños, Blanca. 

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